miércoles, 13 de febrero de 2013

Trollear, ese dudoso motivo de orgullo del PP

No son los únicos que lo hacen mal, pero sí de los más sonados. Otra vez el PP metió la pata en Twitter, tratando de hacer ruido, y logró hacerlo demasiado: tanto como el que haría un elefante en una cacharrería. Todo comenzó con este tuit desde la cuenta oficial del Partido Popular en Twitter:


El objetivo era bastante claro: hacer reír al personal con un polémico hashtag (etiqueta precedida de # que sirve para unificar conversaciones en Twitter): sabían que se movería rápido, que daría que hablar y que sería objeto de bromas. En definitiva: sabían que sería rápidamente un TT (Trendic Topic: esto es, el tema más recurrente del momento en esta red). 

¿Qué han conseguido con ello? Absolutamente nada. Dudo que hayan provocado que el cabeza de la oposición decida hacer pública su declaración de la renta (a eso se refieren con "que la enseñe"). Tampoco creo que les haya servido para aumentar simpatías entre la crítica población que vive en Twitter y que es, sobre todo, extremadamente severa con la mala utilización de las reglas del juego. Y bajo ningún concepto les habrá colocado en una posición más ventajosa y de cercanía con un sector de la población extremadamente alejado de la clase política, como son la mayoría de los tuiteros.  

Pero eso sí. Ahora todos sabemos con una certeza mayor que al Partido Popular (como a otros muchos partidos políticos) lo que les interesa de las redes es que se hable de ellos, ya sea bien o mal. Siguen midiendo el éxito en número de seguidores, cantidad de retuits obtenidos, veces que llego a ser TT o tiempo que permanecen en la lista de los temas más comentados.

Han demostrado que son capaces de usar el lenguaje no para elevar el nivel de las conversaciones en política, ni para demostrar que tienen buenas ideas, que saben estar y desenvolverse en el medio en el que se encuentra. Sino que son capaces de actuar como auténticos trolls dispuestos casi a cualquier cosa con tal de hacer ruido y ganar notoriedad. Porque eso es lo que en Internet se conoce como trollpersona que publica mensajes provocativos, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, como un foro de discusiónsala de chat o blog, con la principal intención de provocar o molestar, con fines diversos y de diversión, a los usuarios y lectores en una respuesta emocional2 o, de otra manera, alterar la conversación normal en un tema de discusión, logrando que los mismos usuarios se enfaden y se enfrenten entre sí.3 4 El troll puede crear mensajes con diferente tipo de contenido como groserías, ofensas, mentiras difíciles de detectar, con la intención de confundir y ocasionar sentimientos encontrados en los demás. Y así es como lo recoge la Wikipedia. 

¿Eso es lo que quería el PP con este tuit? ¿Demostrar que son aunténticos trolls? Qué dudoso motivo para estar orgulloso... 

sábado, 2 de febrero de 2013

Creer en Rajoy por videoconferencia

Son casos de manual. Y mientras los políticos españoles sigan pensando que el mundo de la comunicación online se rige por las mismas reglas que el offline, seguiremos teniendo muchos más casos como éste.

Rajoy acababa sus "declaraciones" -por llamarlas de alguna manera- dando su palabra y su honor como prueba de su inocencia ante el escandaloso caso del cobro de "sobresueldos" (y nunca mejor dicho) en la cúpula del Partido Popular. Y tras negar la mayor, aparece en Twitter el primer tuit con el hashtag #YoCreoenRajoy (que sirve para unificar conversaciones en esta red). Rápidamente, es coreado por diferentes voces peperas.




Pero como ya sabemos por otras muchas ocasiones que también hemos estudiado ampliamente en otros artículos (como en éste), resulta que los hashtags en Twitter son como las armas: las carga el diablo. Y como  me dijo un amigo que le decían en la mili: "las disparan los gilipollas". Tal cual: una vez disparada el arma, en veinte minutos apareció el tuit que convirtió el hashtag en Trending Topic (con más de 10.000 retuits).


Este lastimoso hashtag ponía además en evidencia incluso el error de sintaxis del léxico escogido para la ocasión. Y es que el significado de "yo creo EN Rajoy" no tiene en realidad nada que ver con el de "yo creo A Rajoy", como hábilmente afirmaron algunos tuiteros:


Ardió Twitter por los cuatro costados. Pero es que no había por donde cogerlo. Si respondía a una estrategia planificada con antelación, el término escogido resultaba lamentable no sólo por el error de las preposiciones, sino también por la pobreza de su calado: la honradez de la política queda reducida a la credibilidad de sus dirigentes. Y si era algo espontáneo, el canto a la verosimilitud sonaba en exceso a la desesperada.

Y luego está lo de la credibilidad en sí. En buena hora decidió Rajoy pronunciae sus declaraciones a los periodistas por videoconferencia desde una sala contigua, sin comparecer ante ellos y sin admitir preguntas. Ésta fue la imagen difundida por Twitter (@Arma_pollo entre otros):



En otras muchas ocasiones hemos hablado, desde estas mismas líneas -como en este artículo Del PP y su comunicación de crisis- sobre los fallos de comunicación del PP y de su Gobierno. Es éste un momento absolutamente delicado y frágil, en el que la crispación ciudadana por los casos de corrupción y la crisis que azota a las familias ha llegado a puntos insospechados. La tensión lleva días cebándose en las puertas de las sedes del PP desde que El Mundo comenzara a publicar el caso Bárcenas. La comunidad del #15M está deseosa de asentarse de nuevo en las calles o ante las sedes para denunciar la corrupción y provocar que todo salte. Y encima, una vez que el líder del partido más votado y presidente del Gobierno de este país decide 'dar la cara', prefiere 'dar la pantalla'. ¿De verdad era ésto necesario?